En el origen del ser humano, se difundió la necesidad de interpretar la existencia, de darle sentido. Junto con la evolución tecnológica, como el dominio del fuego o la invención de la rueda, también comenzó el linaje de las ideas. Era urgente cubrirse del frío, el hambre y la enfermedad, pero también enfrentar el hechizo de la confusión: ¿Hay un alma inmortal, morada de ideas y virtudes, contenida en un cuerpo perecedero? La primera fuente de conocimiento, o enseñanza, fueron los mitos. Se trataba de dar un sentido mágico al papel del ser humano en esa realidad inexorable de la creación. Los chamanes, custodios del conocimiento, han traspasado los límites de lo posible y se han adentrado en la tierra del infinito, esclarecedoras historias de espíritus benévolos y dioses ancestrales. La figura del chamán dio paso a la figura del filósofo, que se ocupó de señalar mejor el territorio de la razón, la experiencia, la esencia. El filósofo agudizó su ingenio para dar forma al ideal de belleza. La vida sería la búsqueda de ese ideal, como el placer reside en la contemplación de la belleza. Una vez trazada una línea en el tiempo y presenciado el cultivo de la comprensión, de ese mundo interior que es el alma (mente), podemos acercarnos a la definición de salud mental. La salud mental sería un estado en el que la mente alcanza su ideal de belleza. Sin embargo, esto es solo parcialmente cierto, ya que las dimensiones corporales y sociales del individuo impregnan de imperfección la experiencia de vida, y la salud mental está sujeta a criterios de calidad. La salud mental será mejor o peor en función de los acontecimientos vitales de cada persona y, en definitiva, de su condición biológica y social. La salud mental, como término absoluto, es sólo una proyección, una búsqueda. La esperanza de tu agrado nos mueve. Además, el desarrollo de la comunidad humana en el estudio de la psique y la medicina ha establecido que la salud mental también responde a una escala de gravedad. De tal forma que una desconexión entre el sentido mágico de la vida y su significado práctico, una pérdida de agilidad comunicativa, o una preponderancia del dolor sobre el placer, pueden ser considerados un problema de salud. Una interpretación del mundo fuera de la convención social puede ser objeto de diagnóstico. Luego vendrían la técnica farmacéutica y las terapias verbales. Estas reflexiones sirven para reivindicar un entorno más amable en ofrecer belleza y más propicio para el bienestar, pues ahí residen las claves de una comunidad sana. En la antigüedad se sabía de la existencia del árbol de la miel, cuyo fruto evocaba los espíritus del dolor y hacía arraigar la voz con la fuerza del conocimiento.